Mi nombre es María Elizabeth Milán Fuentes, nací en la cultural, histórica y arquitectónica ciudad de Guanajuato Capital, un sábado 6 de julio de 1991.
Soy el sándwich de mis padres, mis primeros guías y mentores, mi ejemplo. Soy la tercera de cinco hermanos, mis primeros amigos, cómplices y alcahuetes mutuos de incontables fechorías.
Junto a mi familia, viví y crecí en Santa Teresa, un poblado a las afueras de la capital. El tesoro más preciado de mi niñez, el que resguardo con profundo cariño, es la memoria de experiencias de viaje y exploración en familia.
Esperar con ansias las vacaciones para viajar a la casa de mis abuelos maternos en Pénjamo. Dos horas de viaje, vaya que el tiempo es relativo, en ese entonces me parecían una eternidad y me emocionaba por todo lo que ocurría: compartir el viaje con mis hermanos, esperar el autobús hacia la central de autobuses de Irapuato, anhelar que los asientos de la última fila estuviesen desocupados para ir juntos y jugar en el trayecto. Bajar del autobús, comprar los boletos para trasbordar hacia nuestro destino. Llegar a la central de Pénjamo, subirnos a la combi o al taxi para llegar por fin a casa de mis abuelos, hacer circo, maroma y teatro por la felicidad que implicaba llegar.
Pasar los próximos días haciendo de la calle nuestro campo de juegos: carreritas, relevos, fútbol, quemados, futibeis, encantados, escondidas, además de cruzar el río, fugarnos a la deportiva, andar en bicicleta, meternos a la pileta, crear globos de cantolla, hacer pijamadas. Esperar la noche para “salir por el pan”, ir a dar la vuelta al jardín, comprar, comer y empacharnos de garbanzos (los mejores de todo Guanajuato). Agregando una tremenda emoción cuando hacíamos día de campo con mis papás, abuelitos, tías, tíos, primas, primos… con toda la familia en la Presa la Golondrina, Churipitzeo o hacia la Sierra de Pénjamo.
Más momentos esperados, en vacaciones o en cualquier tiempo de mi existencia: salir a caminar con mi Papá, quien nos llevaba por “tierras inexploradas”, donde encontrábamos y comíamos garambullos, jícamas, semillas de mezquite y tunas de todos los colores y sabores. Bendita Tierra del Bajío. Así como irnos de día de picnic a “El Tapanco”, donde poníamos columpio, andábamos en bici y nos dábamos nuestros buenos sustos, pedaleando a todo lo que podíamos cuando nos salía un canino.
Otro dato curioso es que vengo de una familia de deportistas. Mi Papá fue beisbolista, mi Mamá voleibolista y basquetbolista, nosotros sus hijos salimos duchos para correr, para el fútbol, basquetbol, beisbol, taekwondo. Yo especialmente le tome gusto al fútbol, al basquetbol y a correr. Aquí hago pausa para recordar y felicitar a mi profesor Cecilio Blancarte, quien es entrenador de nuestra corredora olímpica: Laura Galván, la gacela de Guanajuato, imagínense mi emoción al recordar que compartí pista con ella. ¡Me alucina pensar en ello!
Estos son algunos de mis antecedentes de los cuales provienen mis gustos por el deporte, la caminata, el viaje y la exploración.